Sabiduría y Experiencias

Lo que el Padre Daniel nos comparte.....

sábado, 24 de noviembre de 2012

EL PROYECTO DE DIOS

               

Nuestra realidad humana siempre ha estado envuelta en varios colores. No solamente el blanco y el negro. La Historia de la humanidad, bajo la mirada de fe, es un juego dialéctico -una lucha- entre la gracia y el pecado.

El parámetro que nos sirve para discernir los colores en la Historia de Salvación es el Proyecto de Dios.

Desde la creación misma hasta nuestros días, Dios ha tenido un proyecto sobre el hombre y sobre el mundo. Es un sueño terco, insistente, que sostiene y ¡sostendrá hasta el final!
 
Este proyecto de Dios lo podríamos formular de una manera muy sencilla: Dios quiere que todos seamos felices en familia. Esto que parece una frase para catequesis infantil encierra verdades y perspectivas profundas: Dios está interesado en que todos los hombres lleguemos a una realización personal plena, en inseparable dimensión comunitaria. Esto trae consecuencias en todos los aspectos de la vida del hombre. Desde la libertad y felicidad más íntima hasta la red de espacios políticos, económicos y sociales que configuran la vida humana.
 
Dios crea las cosas. Y ve Dios que estaban bien. Y crea a los hombres a su imagen y semejanza, con una dignidad inviolable. Los crea hombre y mujer con una vocación comunitaria: No es bueno que el hombre esté solo. Serán una sola carne.

El redescubrimiento de la teología ecológica ha subrayado el papel del hombre en relación con la naturaleza: Dios quiere que trabaje y cuide el jardín del mundo, no que lo explote con un dominio destructor.
 
El pueblo de Israel, como todos los pueblos, buscó explicaciones a los orígenes de la existencia y a algunos interrogantes fundamentales: Si Dios es tan bueno y hace todo bien, ¿de dónde viene el mal que experimentamos? Si Dios quiere que seamos felices en familia, ¿porqué no lo somos? ¿porqué la mujer pare con dolor? ¿porqué el cansancio del trabajo? ¿porqué... las serpientes se arrastran?

Las respuestas a esos interrogantes fueron plasmadas en una especie de cuento, tomando elementos de la sabiduría de los pueblos circundantes que eran más viejos y tenían tradiciones sapienciales más solidas. Esto viene narrado en los primeros once capítulos del Génesis: 

El mal existente lo explican a partir de una ruptura del hombre con Dios. El autor bíblico supone la libertad del hombre para optar por un camino distinto al de Dios. El hombre rompe el Proyecto de Dios. Y vienen las consecuencias: se pierde la fraternidad, la paz y la armonía con el mundo (Gen 3; 4). El mal crece, se contagia por toda la tierra (Gen 6; 11).

En un magnífico antropomorfismo, Gen 6,5 dice: “Viendo Yahvé que la maldad del hombre cundía en la tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo, le pesó a Yahvé de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó en su corazón”.

Estamos ante un Dios “desilusionado”. Pero Yahvé no va a destruir la humanidad. Deja abierta una puerta a la esperanza, preservando del diluvio a la familia de Noé.

Imaginando las desilusiones de Dios respecto a la humanidad actual, recuerdo un letrerito colocado en la sala de un hospital donde tenían a los niños recién nacidos: “Cada niño que nace, significa que Dios sigue creyendo en el hombre”.

La contraparte de esta historia de pecado y mal contagiados, aparece a partir de Gen 12 con la figura de Abraham: “Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra”.

Y a través del ciclo patriarcal, Yahvé va a ir diseñando su Proyecto hasta encontrar esta descendencia en Egipto, bajo una situación de esclavitud.

El Exodo-Liberación de Egipto marcó el punto matriz en la historia del pueblo. Fue la gran opción provocadora de Yahvé para que su pueblo “fuera feliz en familia”: un pueblo libre que buscara formas alternativas de convivencia (no como en Egipto o Canaán), acordes al Proyecto.

Podemos releer toda la historia de Israel bajo esta perspectiva de fidelidad e infidelidad hacia este Sueño de Dios: las historias de la monarquía, las actuaciones de los profetas denunciando con libertad y pasión todos los pecados-rupturas de la Alianza, las reflexiones sobre la realidad que hacían los sabios bajo el filtro de la fe yahvista.

En la plenitud de los tiempos, Jesús encarna en sus palabras y vida esta Utopía de su Padre. Este proyecto tomará el nombre de Reino de Dios  en los labios de Jesús: propondrá un cambio de corazón para creer en la intimidad que podemos tener con el Padre y en la realización plena dentro de una comunidad-familia que sea una sociedad de contraste-signo en medio de las naciones.

La Iglesia, desde las primeras comunidades cristianas, no tiene otra razón de ser y hacer, que ser continuadora del Proyecto del Reino de Dios.
 
Tomado del libros "La Ilogica del Padre"

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