Sabiduría y Experiencias

Lo que el Padre Daniel nos comparte.....

domingo, 4 de noviembre de 2012


JESUS Y LOS DISCIPULOS EN EL ORIGEN DE LA IGLESIA.

 

            En el origen de la Iglesia está el movimiento desencadenado por Jesús. Los discípulos son personas que en su seguimiento hacen una opción radical, vital, totalizante por la persona de Jesús y la asunción del proyecto del Reino. La vida en las comunidades de estos discípulos es el esbozo, el sacramento de la presencia del Reino. Quien los vea, podrá decir: "algo parecido a esto será el Reino anunciado". Estas comunidades, vivenciando los valores del Reino, son signos anticipadores de futuro, envueltos en lo inacabado, lo cual les impide falsos triunfalismos o una identificación plena con el Reino.

 

            El criterio de selección que Jesús hace para llamar a sus discípulos y crear esta forma alternativa de vida, es imposible de categorizarlo. Es abierto, gratuito, plural. Tiene comunes denominadores en los pobres, los que sufren, los que buscan, los sencillos.

           

            Estos seguidores que conforman el núcleo originario de la Iglesia, no resistirían a un cálculo humano, ante la magnitud de la empresa que se propone Jesús (cfr. I Cor 1, 17-31; Dt 7, 7-8). La elección de los pobres, como centro del pueblo de Dios, es una de las líneas maestras de toda la Escritura. Pretender vivir la elección divina, marginando a los pobres, sería un rechazo a Dios, una existencia absurda, teológicamente hablando, y un contraste con todas las consecuencias de la Encarnación.

 

            Jesús maestro, formará a sus discípulos en un proceso pedagógico, consonante con el Reino, que plantea la posibilidad del hombre nuevo, en vista de la comunidad nueva, alternativa. Extirpará el legalismo y la hipocresía casuística, haciendo del amor indisoluble a Dios y al prójimo (incluso al enemigo), la ley fundamental. Este amor no es una sentencia abstracta, se encarna en la historia, se circunstancializa, se traduce en opciones concretas de praxis afectiva, económica, política, religiosa. La alternativa radical entre Dios y Mammón, es un ejemplo. El destierro del prestigio y del poder, como dominación, son otros rasgos esenciales. Todo esto lleva a conflictos inevitables y saludables, donde la fidelidad radical debe conjugarse con una actitud madura de diálogo y perdón.

 

            El proyecto de Jesús es formar hombres libres, capaces de amar hasta la muerte, en la dinámica del compartir, en una experiencia del Reino (cercanía y señoría de Dios) traducida en sentido de igualdad y fraternidad familiar (cfr. Mc 3,34-35;10,29-30), conscientes en una alegría que plenifica la existencia (no tristes= Mc 10,22), sin miedos a los conflictos y persecuciones (Mc 10,29), y con una esperanza trascendente (Mc 10,30).

 

            Sin entrar en la problemática compleja, referente al origen y fundación de la Iglesia, veamos a continuación algunas líneas maestras que tocan el núcleo central de este tema:

 

-"La preocupación fundamental de Jesús es el Reino de Dios que viene y que llama a la conversión a su pueblo. Lo que Jesús busca es reunir a su pueblo, al pueblo de Dios, que es Israel, en torno a la nueva perspectiva del Reino de Dios, para que vuelva a ser fielmente el verdadero pueblo de Dios"[1].

 

-"El círculo de los discípulos no constituye, pues, una comunidad nueva fuera del antiguo pueblo de Dios, a la que Jesús habría llamado para sustituir o suplantar  a Israel. Tal concepción chocaría de plano con los datos de la Biblia"[2].

 

-Es insostenible la pretensión de que Jesús fundó su Iglesia como una "sociedad religiosa, externa y visible, jerárquica, monárquica, perennemente duradera, dotada de un magisterio infalible, para ser custodio y maestra de la revelación auténtica"[3].

-Ciertamente el movimiento de Jesús está a la base de un proceso que cristalizará con las experiencias pascuales de los discípulos, dando origen a la Iglesia. La experiencia de la resurrección de Jesús es, en el fondo, el gran acontecimiento desencadenante de la Iglesia.



[1] VELASCO R., La Iglesia de Jesús (Estella 1992) pp. 17-18; cfr. LOHFINK G., La Iglesia que Jesús quería (Bilbao 1986) p. 36.
[2] LOHFINK G., La Iglesia...p. 44.
[3] SALAVERRI J., De Ecclesia Christi, en Sacrae Theologiae Summa, I (Madrid 19584) p. 513; cfr. TAMAYO A J. J., Hacia la Comunidad, 2, (Madrid 1994) p. 21.
Daniel Landgrave G.

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