JESUS Y LOS DISCIPULOS EN EL ORIGEN DE LA
IGLESIA.
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El criterio de selección que Jesús hace para llamar a sus
discípulos y crear esta forma alternativa de vida, es imposible de
categorizarlo. Es abierto, gratuito, plural. Tiene comunes denominadores en los
pobres, los que sufren, los que buscan, los sencillos.
Estos seguidores que conforman el núcleo originario de la
Iglesia, no resistirían a un cálculo humano, ante la magnitud de la empresa que
se propone Jesús (cfr. I Cor 1, 17-31; Dt 7, 7-8). La elección de los pobres,
como centro del pueblo de Dios, es una de las líneas maestras de toda la
Escritura. Pretender vivir la elección divina, marginando a los pobres, sería
un rechazo a Dios, una existencia absurda, teológicamente hablando, y un
contraste con todas las consecuencias de la Encarnación.
Jesús maestro, formará a sus discípulos en un proceso
pedagógico, consonante con el Reino, que plantea la posibilidad del hombre
nuevo, en vista de la comunidad nueva, alternativa. Extirpará el legalismo y la
hipocresía casuística, haciendo del amor indisoluble a Dios y al prójimo
(incluso al enemigo), la ley fundamental. Este amor no es una sentencia
abstracta, se encarna en la historia, se circunstancializa, se traduce en
opciones concretas de praxis afectiva, económica, política, religiosa. La
alternativa radical entre Dios y Mammón, es un ejemplo. El destierro del prestigio
y del poder, como dominación, son otros rasgos esenciales. Todo esto lleva a
conflictos inevitables y saludables, donde la fidelidad radical debe conjugarse
con una actitud madura de diálogo y perdón.
El proyecto de Jesús es formar hombres libres, capaces de
amar hasta la muerte, en la dinámica del compartir, en una experiencia del
Reino (cercanía y señoría de Dios) traducida en sentido de igualdad y
fraternidad familiar (cfr. Mc 3,34-35;10,29-30), conscientes en una alegría que
plenifica la existencia (no tristes= Mc 10,22), sin miedos a los conflictos y
persecuciones (Mc 10,29), y con una esperanza trascendente (Mc 10,30).
Sin entrar en la problemática compleja, referente al
origen y fundación de la Iglesia, veamos a continuación algunas líneas maestras
que tocan el núcleo central de este tema:
-"La preocupación
fundamental de Jesús es el Reino de Dios que viene y que llama a la conversión
a su pueblo. Lo que Jesús busca es reunir a su pueblo, al pueblo de Dios, que
es Israel, en torno a la nueva perspectiva del Reino de Dios, para que vuelva a
ser fielmente el verdadero pueblo de Dios"[1].
-"El círculo de los
discípulos no constituye, pues, una comunidad nueva fuera del antiguo pueblo de
Dios, a la que Jesús habría llamado para sustituir
o suplantar a Israel. Tal concepción
chocaría de plano con los datos de la Biblia"[2].
-Es insostenible la
pretensión de que Jesús fundó su Iglesia como una "sociedad religiosa,
externa y visible, jerárquica, monárquica, perennemente duradera, dotada de un
magisterio infalible, para ser custodio y maestra de la revelación auténtica"[3].
-Ciertamente el movimiento
de Jesús está a la base de un proceso que cristalizará con las experiencias
pascuales de los discípulos, dando origen a la Iglesia. La experiencia de la
resurrección de Jesús es, en el fondo, el gran acontecimiento desencadenante de
la Iglesia.
[1] VELASCO R., La Iglesia de
Jesús (Estella 1992) pp. 17-18; cfr. LOHFINK G., La Iglesia que Jesús quería (Bilbao 1986) p. 36.
[2] LOHFINK G., La Iglesia...p.
44.
[3] SALAVERRI J., De Ecclesia
Christi, en Sacrae Theologiae Summa, I (Madrid 19584) p. 513; cfr. TAMAYO A J.
J., Hacia la Comunidad, 2, (Madrid
1994) p. 21.
Daniel
Landgrave G.
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